ATAQUE AL REGIMIENTO DE MONTE 29
El bautismo de fuego de los redactores de la Agencia de Noticias Télam Formosa
Por Justo L. Urbieta
Recibí las noticias en tu email
Este 5 de octubre, día doloroso para los formoseños por lo ocurrido en 1975, los redactores de la Agencia Télam Formosa que había sido inaugurada pocas horas antes, en el atardecer del 4 de octubre de ese año en el local ubicado en Fontana entre 25 de Mayo y España, fue el bautismo de fuego para quienes integrábamos ese equipo liderado por el primer jefe de la delegación, el inolvidable colega de Clarín, Helvio Moroni.
Fue un bautismo doloroso ya que tuvimos que cumplir con la misión de transmitir al país, el continente y el mundo lo que aconteció en esa trágica jornada y también en las derivaciones que tuvo luego.
En vísperas del 5 de octubre de 1975 inauguramos la Agencia Télam Formosa con la jefatura de Helvio Moroni quien al dejar Formosa me dejó el ejercicio de esa responsabilidad. De allí que además de adherir a este nuevo aniversario de la necesaria presencia de Télam en Formosa, les dejo un relato de lo que compartimos en esa jornada del 4 de octubre por ser testigo presencial de esa ceremonia llevada a cabo en el local ubicado en Fontana entre 25 de Mayo y España.
El anuncio acerca de la instalación oficial de la Agencia de Noticias Télam generó beneplácito en los distintos sectores de la comunidad. Aunque con anterioridad se enviaban noticias locales vía Resistencia, donde Raúl Berneri, prestigioso periodista y hombre de la cultura, lideraba una suerte de representación regional de Télam. Si bien era de utilidad, el material que diariamente remitía como colaborador era seleccionado y luego transmitido a la Central en Buenos Aires.
La gestión para que Télam inaugurara su agencia Formosa fue realizada por un ex redactor de la empresa y de Clarín, Helvio Moroni, quien había llegado desde Buenos Aires para asumir la dirección de Prensa y Difusión en coincidencia con el inicio de la gobernación de Antenor Argentino Gaúna que fue breve, de solamente seis meses.
Desde casi finales de 1973 comenzaron a sucederse los interventores federales. A Gaúna -quien se enfrentó con su vicegobernador, quien fuera secretario general de la CGT, Ausberto Ortiz y con los legisladores- lo sucedió un subsecretario del ministerio del Interior, el doctor Alberto Rodríguez Fox, y luego vinieron el senador santacruceño Juan Carlos Beni -a quien lo sorprendió la muerte de Perón-, el santafecino Juan Carlos Taparelli -quien había estado de interventor en Misiones-, y finalmente Horacio Carlos Gorleri que se desempeñó hasta el 24 de marzo de 1976.
Formosa estaba desconectada del resto del país a punto tal que recién en la década del 70 ocurren tres hechos orientados a morigerar esa situación: la construcción del puente entre General Mansilla (Formosa) y Puerto Vélez (Chaco) sobre el río Bermejo; la pavimentación hasta Clorinda de la ruta nacional 11 y la construcción del aeropuerto internacional Formosa.
Y esa desvinculación también se planteaba con los medios de comunicación ya que solamente funcionaba LRA Radio Nacional Formosa y las informaciones locales solamente llegaban a los diarios, radios y emisoras de TV de Buenos Aires a través de corresponsales que leían por los teléfonos de ENTEL sus despachos o los remitían por vía aérea o los servicios de ómnibus de larga distancia.
Una evidencia de ese interés por la presencia de Télam fue la presencia de las más prestigiosas personalidades políticas de ese momento en la calle Fontana 768 de esta ciudad, frente a la plaza San Martín, en un local donde se instalaron las teletipos que comenzaron a funcionar el 4 de octubre de 1975 a las 19 horas. Asistieron el interventor federal, profesor Juan Carlos Taparelli acompañado de sus ministros y de su director de Prensa y Difusión, Adalberto Armando Díaz García. También estuvo el obispo diocesano, monseñor Pacífico Scozzina y la representación de los distintos sectores civiles y militares y hasta una delegación oficial de Télam presidida por el secretario general Alberto de Morra.
No hacía mucho tiempo que la agencia de Rosario, Santa Fe, había sufrido un atentado por parte de una célula terrorista y con el tiempo se supo que el protagonista central de ese hecho fue Roberto Mayol, cuyo nombre reaparece en el Regimiento 29 de Infantería de Monte al reconocérsele como el responsable de haber engañado a su camarada de guardia en el Puesto 2 para dejar expedito el paso del grupo de montoneros que intentaron el copamiento del Regimiento 29 de Infantería de Monte.
De Morra aludió esa noche a la campaña distorsiva y malintencionada de muchos medios de información, resaltando que para Télam la noticia debe ser una verdad argentina. Se vivían momentos tensos en el país que por entonces tenía como presidente interino al doctor Ítalo Argentino Luder.
El secretario general de Télam denunció que la agencia oficial era permanentemente atacada precisamente por defender los intereses argentinos y por servir a los fines del pueblo. Taparelli aludió tangencialmente a la realidad nacional: “Son momentos en que es necesario hablar poco y hacer mucho”.
Recuerdo que el interventor federal encendió las teletipos que trajeron como primer despacho la noticia de la muerte del cómico Pepe Biondi. Se sentó a la mesa y transmitió un mensaje de salutación al gobernador del Chaco, escribano Deolindo Felipe Bittel a quien le manifestaba su franca adhesión y acatamiento a la autoridad de la presidenta María Estela Martínez de Perón.
Se sirvió un vino de honor y Télam comenzó a ganar espacios en los medios que progresivamente fueron contratando sus servicios informativos.
El equipo de trabajo estaba compuesto por el jefe de Agencia, Helvio Moroni, y los periodistas Justo L. Urbieta y Evelio Tadeo Ríos quienes con el tiempo ocuparon la conducción de la corresponsalía. Se sumó como colaborador Celestino Rolón.
Urbieta fue el encargado de cubrir el primer turno en la jornada del domingo 5. Las noticias hacían referencia al viaje que realizaría al Sur de la provincia, a la zona de El Colorado y Villa Dos Trece, el interventor Taparelli para presidir los actos celebratorios del Día del Camino.
Al mediodía, se produjo el relevo y la Agencia quedó a cargo de Ríos. Urbieta se dirigió a su domicilio, ubicado a escasos metros del Hospital Central de Formosa, y pidió a su esposa cerca de las 14 que no lo molestasen pues deseaba descansar por la siesta tras las actividades impuestas por la organización del acto de habilitación de la corresponsalía y su tarea habitual en la dirección de Prensa y Difusión en ese momento a cargo de Díaz García.
Sin embargo, cerca de las 16 horas, visiblemente nervioso y conmovido, Evelio Ríos concurrió hasta su domicilio e insistió en que se lo despertara porque algo grave estaba ocurriendo. Apenas se encontró con Urbieta le dijo: “¡Se están matando todos!”.
El colega creyó que se trataba de una broma para no dejarlo dormir. Y Ríos entonces, tratando de calmarse, hizo la revelación: “Los subversivos atacaron el Regimiento y hay una conmoción general en la ciudad”.
Ambos se dirigieron hasta el Hospital Central que estaba repleto de gente, con médicos que se habían autoconvocados y con soldaditos heridos que llegaban quejándose y perdiendo sangre.
El padre de Celso Pérez, un adolescente de 13 años que estaba jugando el fútbol en el barrio El Resguardo, se había herido un brazo a causa de una bala perdida y lo llevaron a la sala de guardia para los primeros auxilios. “No sé que le habrá pasado a mi hijo porque estaba jugando al fútbol en una canchita contigua al Regimiento cuando se armó un tiroteo”, relató.
Un médico conocido se acercó a los cronistas y les confesó: “Pobre tipo… no se enteró todavía que el pibe murió de un tiro en la nuca”.
Ríos comentó que la primera data provino de un suboficial retirado del Ejército que había llegado para montar los equipos técnicos de Télam y que por ser familiar del jefe de Inteligencia del Regimiento 29 lo alojaron en el Casino de Oficiales del Regimiento 29.
El parte primero lo transmitió a Helvio Moroni quien tardó segundo apenas, el tiempo que le demandó llegar donde estaba el teléfono hasta la teletipo para hacer la transmisión de la infausta noticia: “Ataque terrorista al Regimiento 29 causó numerosas muertas”.
El suboficial estaba ubicado en la planta superior del Casino y desde allí relataba a Moroni cada situación que se registraba por el ataque inicial, por la reacción de los conscriptos y la llegada de ayuda de parte de efectivos de la Prefectura al mando del oficial principal Darío Alcides Solís y de suboficiales que estaban de franco y vivían en las inmediaciones, en el Barrio de Suboficiales.
Con el parte del Hospital Central Urbieta y Ríos se unieron a Moroni en la sede de Télam y comenzaron a remitir las informaciones recogidas así como también la conmoción popular que había causado el ataque que quedó demostrado en las expresiones de dolor de la gente y también en el silencio sepulcral que invadió la ciudad.
Télam Central ofreció a la Agencia canal libre por lo que toda información que se producía llegaba directamente a los usuarios. En esa jornada se trabajó insistentemente hasta las 1.30 en que el personal se marchó a sus casas por una suerte de toque de queda dispuesto en la ciudad.
Frente a la sede de Télam y en la plaza San Martín ubicada enfrente se multiplicaban los grupos de militares del Regimiento 29 y en el resto de la ciudad efectivos de la Policía que realizaban los primeros allanamientos domiciliarios tras el ataque.
Todo era gritos, órdenes y contra órdenes. Se notaba claramente la rabia de los efectivos militares y de seguridad pero también las inseguridades en cada unos de sus movimientos. Hacia la madrugada del 6 se escuchaban disparos de armas de fuego y hasta el tableteo de alguna ametralladora.
El senador nacional radical Osvaldo Cáceres analizaba los procedimientos cumplidos tras el golpe y todo el aparato de seguridad que se puso en marcha, deplorando que tales providencias hubiesen llegado a una psicosis de preocupación en el pueblo al dar lugar a allanamientos, detenciones, presiones y tambien víctimas.
El legislador invitaba a las fuerzas políticas, de la producción y del trabajo a asumir una actitud de enérgica condena a la violencia de cualquier signo junto con una inequívoca muestra de prevención en cuanto al uso de la violencia para mantener el orden. En tal sentido reveló que le había pedido a Italo Luder la investigación de los hechos y la sanción a los responsables.
Ese lunes llegó el comandante en jefe del Ejército, general Jorge Rafael Videla, quien observó los cuerpos de los subversivos caídos. Todos ellos tenían pintado un número en el pecho. Llegaban a 16.
Fue el bautismo de fuego para los periodistas de Télam Formosa y el comienzo de una etapa de afirmación del vínculo informativo que hacía falta aunque lamentablemente arrancó con este hecho doloroso que le costó la vida decenas de jóvenes, entre militares y los que con ideas diferentes llegaron desde otros lugares del país.
Con la llegada de ese nuevo vínculo integrador, el episodio del 5 de octubre generó un cambio definitivo en la historia de una Formosa pueblerina, casi aldeana, donde la confianza era el sostén principal de la comunidad que había heredados esos rasgos de las familias pioneras que llegaron a fundarla en 1879.
La desconfianza y el temor se prolongaron durante mucho tiempo y la cansina actitud de los formoseños terminó como así también su generosa hospitalidad. Aunque mantiene sus valores solidarios, el formoseño nunca más abrió sus puertas al desconocido.
La reacción de Taparelli
Dos reacciones tuvo el interventor Juan Carlos Taparelli, quien había asumido el cargo el 27 de junio de 2005 en reemplazo del senador santacruceño Juan Carlos Beni. En los hechos, su gestión duró 100 días. Taparelli había asumido en momentos en que el frente nacional hegemonizado por el peronismo tomó en sus manos el gobierno que inició su gestión en 1973.
La movilización de la clase obrera del Gran Buenos Aires y la concentración de la Plaza de Mayo en esa jornada del viernes 27 de junio terminaban con el equipo que respondía al “lopezrreguismo”, en el contexto de un país convulsionado que en ese centenar de jornadas vio pasar tres ministros del Interior y de Economía y provocó el alejamiento temporario de Isabelita.
De estar en Misiones donde recibió una creciente ayuda de la Nación ahora el profesor Taparelli, un hombre respetuoso y amable, debía conformarse con administrar la provincia de Formosa con lo que podía llegar en ese momento crítico para la Argentina. Una de ellas fue presentar su renuncia al ministro del Interior, Angel Federico Robledo.
Desde ese momento comenzó a recibir adhesiones, una de ellas en Rosario donde el sábado 10 de octubre se lo agasajó con una cena y recibió el diploma a la Lealtad peronista así como el compromiso de legisladores y dirigentes políticos santafecinos de gestionar su continuidad en Formosa. Taparelli no se cansaba de hacer público su apoyo a la viuda de Perón por lo que se lo comenzó a conocer como “uno de los hombres de Isabel”.
El diario La Mañana, decano de la prensa formoseña, editorializaba el 12 de octubre que a dos años de haber sido intervenida la provincia mantenía en suspenso su autonomía y sobre todo no había logrado una base mínima para afianzar el objetivo que se impuso la medida intervencionista. Enseguida se la aceptaron o por lo menos eso fue lo que se anunció.
Pero demoraba su aceptación efectiva que ocurrió recién con el regreso de María Estela Martínez de Perón a sus funciones que interinase Ítalo Luder. Se hizo efectivo el relevo en noviembre con la asunción del formoseño Horacio Carlos “Papucho” Gorleri quien murió en 2009.
La dirigencia política había reclamado que el gobierno nacional se fijase en un hombre del medio, confiable para los formoseños que nunca terminaron de aceptar a los pinguinos de Beni como tampoco a los porteños que llegaron con Taparelli. La segunda fue repudiar los hechos a través de un mensaje público en el que calificó al ataque al Regimiento 29 como un atentado del extremismo apátrida.
Dijo que la tranquilidad pública, la seguridad personal y familiar han sido violadas y agredidas por elementos reaccionarios que no trepìdaron en ensangrentar a todo un pueblo que es modelo de paz y trabajo en el concierto nacional.
Dos versiones se hicieron rodar tras el alejamiento del profesor Taparelli. Por un lado que en jornadas previas al 5 de octubre había recibido en su despacho de la Casa de Gobierno a jóvenes prolijamente vestidos, de tez blanca y tonada sureña que habían ganado la ciudad vendiendo, a muy bajo precio, flores de madera multicolores. La gente aún cree que esos vendedores callejeros integraron luego los grupos de ataque al Regimiento 29.
Hubo una denuncia sonante al respecto y surgió del senador nacional por Formosa, el justicialista Horacio Esperanza, quien aseguraba que existía infiltración extremista en el gobierno provincial. Además, generó dudas el hecho de que estando tomado el aeropuerto internacional de Formosa y tras el diálogo del piloto que Taparelli había traído de Misiones -donde estuvo antes como interventor- y que lo traía de regreso a esta ciudad desde Villa Dos Trece donde participó de actos con agricultores, ningún subversivo prestó atención que se trataba de la máxima autoridad de la provincia y que podía serle de utilidad para facilitar la huida en el avión de Aerolíneas.
Lo hicieron descender a punta de fusil y junto con sus acompañantes lo trasladaron hasta el hall del aeropuerto donde lo obligaron e echarse a tierra y boca abajo para que no viese el rostro de los que coparon la estación aérea. Al único que prestaron atención fue al piloto a quien obligaron a empujar la escalerilla hasta la pista donde se encontraba el secuestrado avión de Aerolíneas para preparar la fuga.
Con la firma de su presidente, doctor Alberto Maglietti, la UCR publicó el 7 de octubre un comunicado a través del cual hizo pública su condena contra toda expresión de violencia desatada por las organizaciones extremistas que operaban en el país, cualquiera fuese su signo.
Tras hacer llegar sus condolencias y solidaridad a los familiares de los efectivos de las fuerzas armadas y de seguridad muertos en la luctuosa jornada, denunciaba el radicalismo: “La subversión y la violencia se nutren día a día de la inoperancia e incapacidad del elenco gobernante que ha sumido a la Nación en la peor crisis económica, política, moral y social de su historia tal extremo que hacen peligrar seriamente sus instituciones democráticas por cuya vigencia siempre ha bregado incansablemente el radicalismo”.
El secretariado de la CGT local calificó como irresponsable la actitud del que calificó como “terrorismo antinacional”. Ponderó la firmeza y serenidad puestas de manifiesto en la reacción por las fuerzas armadas y de seguridad “en contraposición con la inconsciencia y la falta de sensibilidad humana demostrada por los atacantes que inmolaron inútilmente a los ciudadanos que cumplían el noble deber de servir a la Patria”.
“Ante la violencia estéril y disgregada ratificamos nuestra vocación de seguir luchando para satisfacer la expectativa popular del cambio revolucionario en paz sobre la base indestructible del desarrollo económico ,la soberanía popular y la justicia social”, se pronunció el Movimiento de Integración y Desarrollo con la firma de su presidente Roberto Di Nasso.
El apoyo de la juventud
En las épocas del ataque subversivo al Regimiento 29 convivían agrupamientos juveniles que respondían a diferentes ramas porteñas, que se distinguían en los procedimientos y en la ideología.
También en esta estructura quedaba en evidencia el estado de desorden que se apreciaba en el recomienzo de la democracia tras varios años de administraciones de facto por parte de la denominada Revolución Argentina.
Junto con la Juventud Sindical -cuyos integrantes eran reconocidos como brigadistas- estaba la Juventud Peronista Regional IV que congregaba a los más progresistas y críticos de la gestión de Isabel Perón. Esa fue la razón por la que a pocos días del ataque se noto la injerencia nacional para que se normalizase también ese campo de actividad política.
Fueron nombrados como organizadores de la JPRA -Juventud Peronista de la República Argentina- Darío Tutolomondo, Fracisco “Paco” Esquivel y Humberto Felipe Parmetler. El triunvirato tenía la misión de reorganizar la JP y esa misión les fue encomendada por Carlos Amorío y Jorge Luis Fariña, de la conducción nacional.
En el primer comunicado señalaban que estaban persudiados “que hechos como el ocurrido el 5 de octubre, que enlutaron a tantas familias formoseñas, motivan nuestro espíritu a buscar el cauce natural de nuestra juventud, donde ellos también están persuadidos que la convivencia de los argentinos reclama jóvenes responsables, sin ideologías distorsionadas, como tanto anhelara nuestro líder, el teniente general Perón”.
“Consideramos de suma importancia -concluye- hacer destacar que buscamos el acercamiento de un grupo hermano que alejado de toda ambición personal, se aboque a las causas del bien común para lograr de esta forma un trabajo coherente en el accionar político”.
La reacción de Taparelli
Dos reacciones tuvo el interventor Juan Carlos Taparelli, quien había asumido el cargo el 27 de junio de 2005 en reemplazo del senador santacruceño Juan Carlos Beni. En los hechos, su gestión duró 100 días. Taparelli había asumido en momentos en que el frente nacional hegemonizado por el peronismo tomó en sus manos el gobierno que inició su gestión en 1973.
La movilización de la clase obrera del Gran Buenos Aires y la concentración de la Plaza de Mayo en esa jornada del viernes 27 de junio terminaban con el equipo que respondía al “lopezrreguismo”, en el contexto de un país convulsionado que en ese centenar de jornadas vio pasar tres ministros del Interior y de Economía y provocó el alejamiento temporario de Isabelita.
De estar en Misiones donde recibió una creciente ayuda de la Nación ahora el profesor Taparelli, un hombre respetuoso y amable, debía conformarse con administrar la provincia de Formosa con lo que podía llegar en ese momento crítico para la Argentina. Una de ellas fue presentar su renuncia al ministro del Interior, Angel Federico Robledo.
Desde ese momento comenzó a recibir adhesiones, una de ellas en Rosario donde el sábado 10 de octubre se lo agasajó con una cena y recibió el diploma a la Lealtad peronista así como el compromiso de legisladores y dirigentes políticos santafecinos de gestionar su continuidad en Formosa. Taparelli no se cansaba de hacer público su apoyo a la viuda de Perón por lo que se lo comenzó a conocer como “uno de los hombres de Isabel”.
El diario La Mañana, decano de la prensa formoseña, editorializaba el 12 de octubre que a dos años de haber sido intervenida la provincia mantenía en suspenso su autonomía y sobre todo no había logrado una base mínima para afianzar el objetivo que se impuso la medida intervencionista. Enseguida se la aceptaron o por lo menos eso fue lo que se anunció.
Pero demoraba su aceptación efectiva que ocurrió recién con el regreso de María Estela Martínez de Perón a sus funciones que interinase Ítalo Luder. Se hizo efectivo el relevo en noviembre con la asunción del formoseño Horacio Carlos “Papucho” Gorleri quien murió en 2009.
La dirigencia política había reclamado que el gobierno nacional se fijase en un hombre del medio, confiable para los formoseños que nunca terminaron de aceptar a los pinguinos de Beni como tampoco a los porteños que llegaron con Taparelli. La segunda fue repudiar los hechos a través de un mensaje público en el que calificó al ataque al Regimiento 29 como un atentado del extremismo apátrida.
Dijo que la tranquilidad pública, la seguridad personal y familiar han sido violadas y agredidas por elementos reaccionarios que no trepìdaron en ensangrentar a todo un pueblo que es modelo de paz y trabajo en el concierto nacional.
Dos versiones se hicieron rodar tras el alejamiento del profesor Taparelli. Por un lado que en jornadas previas al 5 de octubre había recibido en su despacho de la Casa de Gobierno a jóvenes prolijamente vestidos, de tez blanca y tonada sureña que habían ganado la ciudad vendiendo, a muy bajo precio, flores de madera multicolores. La gente aún cree que esos vendedores callejeros integraron luego los grupos de ataque al Regimiento 29.
Hubo una denuncia sonante al respecto y surgió del senador nacional por Formosa, el justicialista Horacio Esperanza, quien aseguraba que existía infiltración extremista en el gobierno provincial. Además, generó dudas el hecho de que estando tomado el aeropuerto internacional de Formosa y tras el diálogo del piloto que Taparelli había traído de Misiones -donde estuvo antes como interventor- y que lo traía de regreso a esta ciudad desde Villa Dos Trece donde participó de actos con agricultores, ningún subversivo prestó atención que se trataba de la máxima autoridad de la provincia y que podía serle de utilidad para facilitar la huida en el avión de Aerolíneas.
Lo hicieron descender a punta de fusil y junto con sus acompañantes lo trasladaron hasta el hall del aeropuerto donde lo obligaron e echarse a tierra y boca abajo para que no viese el rostro de los que coparon la estación aérea. Al único que prestaron atención fue al piloto a quien obligaron a empujar la escalerilla hasta la pista donde se encontraba el secuestrado avión de Aerolíneas para preparar la fuga.
Con la firma de su presidente, doctor Alberto Maglietti, la UCR publicó el 7 de octubre un comunicado a través del cual hizo pública su condena contra toda expresión de violencia desatada por las organizaciones extremistas que operaban en el país, cualquiera fuese su signo.
Tras hacer llegar sus condolencias y solidaridad a los familiares de los efectivos de las fuerzas armadas y de seguridad muertos en la luctuosa jornada, denunciaba el radicalismo: “La subversión y la violencia se nutren día a día de la inoperancia e incapacidad del elenco gobernante que ha sumido a la Nación en la peor crisis económica, política, moral y social de su historia tal extremo que hacen peligrar seriamente sus instituciones democráticas por cuya vigencia siempre ha bregado incansablemente el radicalismo”.
El secretariado de la CGT local calificó como irresponsable la actitud del que calificó como “terrorismo antinacional”. Ponderó la firmeza y serenidad puestas de manifiesto en la reacción por las fuerzas armadas y de seguridad “en contraposición con la inconsciencia y la falta de sensibilidad humana demostrada por los atacantes que inmolaron inútilmente a los ciudadanos que cumplían el noble deber de servir a la Patria”.
“Ante la violencia estéril y disgregada ratificamos nuestra vocación de seguir luchando para satisfacer la expectativa popular del cambio revolucionario en paz sobre la base indestructible del desarrollo económico ,la soberanía popular y la justicia social”, se pronunció el Movimiento de Integración y Desarrollo con la firma de su presidente Roberto Di Nasso.
El apoyo de la juventud
En las épocas del ataque subversivo al Regimiento 29 convivían agrupamientos juveniles que respondían a diferentes ramas porteñas, que se distinguían en los procedimientos y en la ideología.
También en esta estructura quedaba en evidencia el estado de desorden que se apreciaba en el recomienzo de la democracia tras varios años de administraciones de facto por parte de la denominada Revolución Argentina.
Junto con la Juventud Sindical -cuyos integrantes eran reconocidos como brigadistas- estaba la Juventud Peronista Regional IV que congregaba a los más progresistas y críticos de la gestión de Isabel Perón. Esa fue la razón por la que a pocos días del ataque se noto la injerencia nacional para que se normalizase también ese campo de actividad política.
Fueron nombrados como organizadores de la JPRA -Juventud Peronista de la República Argentina- Darío Tutolomondo, Fracisco “Paco” Esquivel y Humberto Felipe Parmetler. El triunvirato tenía la misión de reorganizar la JP y esa misión les fue encomendada por Carlos Amorío y Jorge Luis Fariña, de la conducción nacional.
En el primer comunicado señalaban que estaban persudiados “que hechos como el ocurrido el 5 de octubre, que enlutaron a tantas familias formoseñas, motivan nuestro espíritu a buscar el cauce natural de nuestra juventud, donde ellos también están persuadidos que la convivencia de los argentinos reclama jóvenes responsables, sin ideologías distorsionadas, como tanto anhelara nuestro líder, el teniente general Perón”.
“Consideramos de suma importancia -concluye- hacer destacar que buscamos el acercamiento de un grupo hermano que alejado de toda ambición personal, se aboque a las causas del bien común para lograr de esta forma un trabajo coherente en el accionar político”.