El Gobierno intenta preservar la agenda mientras define al reemplazante de Máximo
El malestar era indisimulable y la prueba más clara del nerviosismo fueron las cuatro horas de reunión que mantuvieron Alberto Fernández y el presidente de la Cámara baja, Sergio Massa, en la Quinta de Olivos. Desde las 10 hasta aproximadamente las 14.30, los líderes discutieron el impacto de la salida de Máximo Kirchner y, sobre todo, el nombre de su sucesor.
Horas después de la intempestiva salida de Máximo Kirchner de la presidencia del bloque oficialista en Diputados, los principales funcionarios del Gobierno mantuvieron sus respectivas agendas aparentemente inalteradas.
Pretendían imprimir cierta normalidad a una jornada que, sin embargo, por lo bajo se equiparaba a la peor crisis política del Frente de Todos, desatada por la renuncia, hace cuatro meses, del camporista Eduardo de Pedro y otros funcionarios cercanos a Cristina Kirchner por la derrota del oficialismo en las elecciones primarias de 2021.
En la Casa Rosada, cerca del jefe de Gabinete, Juan Manzur, dijeron que mantuvo de manera normal sus actividades prefijadas. E, incluso, que no se discutió el tema político por excelencia en el encuentro de la mañana con algunos de los funcionarios más cercanos a Alberto Fernández: el canciller Santiago Cafiero; el secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Béliz; los ministros de Obras Públicas, Gabriel Katopodis; de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, y de Agricultura, Ganadería y Pesca, Julián Domínguez, y el vicejefe de Gabinete, Jorge Neme. Aseguraron que solo se discutieron, como estaba previsto, aspectos del viaje del presidente a Rusia, China y Barbados. “Es un tema que le compete al Alberto Fernández y a Massa”, se desligaron.
En la oficina de Eduardo de Pedro regía la misma dinámica de continuidad de las actividades oficiales predeterminadas, recibió en su despacho de Casa Rosada al ministro de Transporte, Alexis Guerrera, y al gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora para “abordar temas de interés para las provincias del Norte Grande. Cerca suyo negaban diálogos o reuniones con sus jefes políticos, Máximo y Cristina Kirchner.
Mientras tanto, la secretaria Legal y Técnica, Vilma Ibarra permanecía en Balcarce 50, aunque en comunicación con Alberto Fernández; y Cafiero en el Palacio San Martín, donde ultimaba los preparativos para la gira internacional. Un panorama similar se vivía en las sedes de los ministerios, donde se continuaba con la agenda oficial. En la cartera de Economía, que conduce Martín Guzmán, uno de los alfiles del presidente más golpeados por la carta de Máximo Kirchner, reinaba el silencio. Sin embargo, los colaboradores del riñón más íntimo del presidente seguían con atención y expectativa el devenir de la crisis política.
El malestar era indisimulable y la prueba más clara del nerviosismo fueron las cuatro horas de reunión que mantuvieron Alberto Fernández y el presidente de la Cámara baja, Sergio Massa, en la Quinta de Olivos. Desde las 10 hasta aproximadamente las 14.30, los líderes discutieron el impacto de la salida de Máximo Kirchner y, sobre todo, el nombre de su sucesor.
Alberto Fernández arribó a la Casa Rosada junto a Massa pasadas las 15, después de la extensa charla que habían protagonizado, a solas, en la quinta presidencial. El líder del Frente Renovador fue el primer referente de peso en el Frente de Todos en aludir oficialmente al elefante en la sala. En diálogo con periodistas que lo esperaban a la salida de Olivos, desde su auto, habló para reforzar la continuidad de la cada vez más frágil unidad de la coalición gobernante. “La misma carta del todavía presidente del bloque está planteando que hay una unificación más allá de los matices”, dijo, recuperando palabras del propio Máximo Kirchner.