TERCER MILENIO
El protagonismo ciudadano para definir el destino que pretende para la democracia en la Argentina
Por Justo L. Urbieta
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Dentro de dos domingos la ciudadanía del país será protagonista de un hecho histórico, definir cuál será el destino de la democracia en la Argentina, cuando opte en el cuarto obscuro por las proposiciones de las alianzas que tienen las mayores posibilidades de encargarse de la conducción de la Nación en los próximos cuatro años.
La responsabilidad de los varones y mujeres que vayan a votar tiene relevancia porque lo hará coincidentemente con la celebración de los 40 años de democracia continua y del fin de las administraciones de facto como consecuencia de los golpes de estado cívico-militares cuyas secuelas aún lastiman a las instituciones republicanas.
De allí que la jornada del 22 de octubre no solamente exige que el ciudadano no dude en concurrir a sufragar sino a hacerlo con un proceso de análisis crítico previo que le permita discernir cuál es la opción más conveniente para los intereses de la patria que aguarda realidades positivas y favorables para la vida y el destino de todos quienes habitan este país que tiene pendiente un efectivo proceso de desarrollo integral fundado en sus inmensas riquezas y la calidad de sus recursos humanos.
Aún está vivo en la mente y el sentimiento popular la celebración colectiva de los 200 años de la independencia nacional, cuando con alegría y compromiso se salió a la calle a honrar a los próceres de San Miguel de Tucumán y a repetir el compromiso de fortalecer el propósito de construir una nueva y gloriosa Nación.
Sin embargo, se llega a este momento ideal para el júbilo por los 40 años de la recuperación de este incomparable sistema de gobierno con cierta apatía, dudas, quejas, reclamos, grietas, diferencias y hasta enfrentamientos y odio entre ciertos actores que aspiran pasar a la historia grande de la trascendencia.
Hay señales de poca confianza en quienes tienen la responsabilidad de conducir los distintos poderes del estado y de allí que no sorprenda que aparezcan los llamados “salvadores de la patria” de los que tanto duda el Papa Francisco hasta los que se muestran renuentes a ejercer el voto, quienes evocan a Perón cuando fundamentaba las razones por las que no quiso adherir a la creación del Fondo Monetario Internacional por considerarlo como un novedoso instrumento de dominación de los países poderosos y aquellos que ya sufren ante la eventualidad de la pérdida de derechos legítimamente adquiridos tras duras y cruentas luchas populares.
Como nunca ocurrió, las ofertas presidenciales obvian lo subrepticio y relatan abiertamente lo que se aprestan a realizar de acceder a la máxima magistratura del país y las PASO desnudaron hasta qué punto ese miedo se acrecentó por las apuestas a quienes, casualmente, expusieron los propósitos que lo generan.
Por primera vez, candidatos presidenciales resaltan en sus spots publicitarios el abierto propósito de terminar con el kirchnerismo en una suerte de contradicción con supuestos respetos a la democracia ya que lo que insinúan es el objetivo de eliminar lisa y llanamente al adversario, considerándolo como un enemigo, algo insólito en política que normalmente se resuelve compitiendo en las urnas.
Se agrega el comportamiento de comunicadores sociales que se autocalifican como independientes que públicamente anticipan por cuál alianza o candidato votarán el 22 de octubre, al tiempo que auto ponderan su sentido de la ética republicana y sostienen sus análisis con tóxicas descalificaciones para con Unión por la Patria y la Libertad Avanza.
Quienes representan al espacio nacional y popular -que gobierna aquí en Formosa tras cada elección libre desde 1973- se han encargado de advertir con insistencia al pueblo sobre los riesgos que estos comportamientos importan para el sistema político vigente y para la propia democracia.
En determinados casos hasta el presidente de la Corte Suprema de Justicia de la Nación alertó acerca de la inconstitucionalidad de ciertas posturas de agrupamiento de la extrema derecha que en las PASO tuvieron amplia aceptación.
También intranquiliza a expertos y analistas económicos del mundo una pretendida dolarización; la mirada imperial hacia los recursos naturales que se van extinguiendo en sus países dependientes; la eliminación de la presencia del estado y su necesaria presencia solidaria en favor de los sectores más necesitados; el desconocimiento de la justicia social, de los derechos sociales, laborales, previsionales y humanos y el esbozo de sistemas represivos para quienes reaccionen ante los ajustes excesivos aún superiores que los establecidos por el FMI a la deuda argentina.
El “váucher” aparece como el “vale” para que la población se pueda curar, educar o recibir seguridad; se anticipa el cierre del CONICET que acaba de ser distinguido como la institución científica más prestigiosa y reconocida de Latinoamérica, eliminándose la potestad del estado para la construcción de obras públicas que quedarán, en ambos casos, en manos del sector privado.
Y para colmo de males, se anticipa el fin del federalismo con la eliminación de la coparticipación impositiva y se anuncia la cesantía desde el principio de 1.500.000 trabajadores nacionales, provinciales y municipales.
Es decir que, salvo en el caso de Unión por la Patria que propicia todo lo contrario a lo de sus adversarios, esto es lo que aguarda a los argentinos que ya tuvieron un guiño sobre el particular entre 2015 y 2019.