El reto de los hipódromos y clubes hípicos para seguir sumando adeptos
Dicen que los gauchos argentinos aprendieron a cabalgar para poder domar a los caballos. Esta chanza popular esconde algo sobre del carácter enérgico e independiente que han forjado a lo largo de los siglos después de colonizar las inabarcables estepas de la Patagonia. Hasta tal punto, que ‘hacer gauchadas’ o ‘una gauchada’ se identifica con hacer un favor o tener gentileza con alguien conocido.
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Los primeros caballos llegaron a Argentina durante las numerosas expediciones de los españoles a esta zona septentrional. Abandonados a su suerte al final de los viajes, los equinos encontraron el follaje necesario para sobrevivir en las ricas y vastas praderas del país, adaptándose al clima y formando gigantescas manadas de caballos.
Las carreras de jamelgos pronto se convirtieron en un pasatiempo nacional. Primero, en las cuadriculadas calles de la capital, donde gracias a sus precisas medidas se organizaban competiciones delimitando con estancas distancias de entre 150 y 500 metros. Luego, las autoridades levantaron en Buenos Aires el primer recinto de carreras del país en 1876, cuando se construyó el Hipódromo de Palermo en el Parque Tres de Febrero, replicando los estilos de los hipódromos de Ascot y Epsom, en Reino Unido, y de Longchamps en París.
En las instalaciones del Hipódromo de Palermo se celebran más de 1.700 carreras al año, en las que compiten cerca de 18.000 caballos Sangre Pura de Carrera (SPC). La pista principal del hipódromo está hecha de arena y mide 2.400 metros de largo. En ella pueden competir hasta 21 caballos a la vez y es considerada una de las mejores de su categoría. La de césped, por su parte, cuenta con una dimensión de 2.200 metros por 20 de ancho.
La actividad y los calendarios de este deporte son frenéticos, superando, incluso, las taquillas de los estadios de fútbol. Al mes se celebran unas diez jornadas, que reúnen a las ganaderías de caballos más importantes de Argentina y, en ocasiones, también de otros países. El 50,17% de los más de 2,5 millones de équidos registrados en Argentina se concentran en las provincias de Buenos Aires, Corrientes, Chaco y Entre Ríos, las regiones con más actividad ganadera, según datos del ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca.
Además de las actividades deportivas, estas instalaciones situadas en uno de los barrios porteños más característicos organizan exposiciones de arte y pintura, actividades culturales, desfiles de moda y conciertos de música con la participación de importantes bandas nacionales e internacionales. También cuenta con dos restaurantes en los que se puede reservar para conocer el recinto.
A pesar de este arraigo histórico de las carreras, los hipódromos y centros hípicos argentinos no atraviesan su mejor momento con la crisis. Y es que la actividad económica registra una contracción del 4,3% en 2021, seis puntos menos que el -10,1% que llegó alcanzar en 2020. Según las estadísticas del Banco Central de la República de Argentina, la tasa de desempleo se sitúa en el 11% de la población activa, mientras que la inflación ronda el 48,8% devorando los ahorros de millones de argentinos.
A esto se suma el auge de las plataformas de entretenimiento en Internet y los casinos online, con ofertas para captar usuarios como tiradas de ruleta gratis, que están modificando los hábitos de juego de los argentinos y sus gustos por el polo y las carreras de caballos.
Para los más fanáticos de este deporte, conocidos popularmente en Argentina como burreros, y enfrentarse a este auge del mundo virtual, la empresa dueña de las instalaciones – Hipódromo Argentino de Palermo Sociedad Anónima (Hapsa)- ha creado dos plataformas de entretenimiento llamadas BeTurf y Betfun para seguir las competiciones y jugar de forma remota. Estas nuevas modalidades de juego permiten que los burreros puedan seguir la actualidad deportiva de las carreras, realizar sus apuestas, y ver las carreras desde el monitor del ordenador de sus casas.
Aunque la región de Formosa ha intentado rehabilitar el hipódromo de la ciudad de Pirané o construir un nuevo recinto, el proyecto lleva ya paralizado varios años. Retrasos con las licencias, falta de recursos y trabas burocráticas son algunas de las razones que explican esta demora. El mercado inmobiliario es un importante activo para la reactivación de la economía de la región, al ser un indispensable dinamizador de puestos de trabajo y ejercer un efecto tractor sobre otras industrias y servicios de Formosa.