El vino Marbec (Leer con moderación)
Por Negro Franco
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Todo lo que rodea al mundo del vino presenta un misticismo encantador. Este producto embriagador nació con la humanidad misma. Jesús hizo el milagro de convertir agua en vino y hoy el Cristianismo considera que este elixir es la sangre de Cristo y los sacerdotes, en todas las misas, levantan sus copas para renovar el rito religioso.
En Sudamérica ya existían plantas del género vitis, antes del año 1492, que no daban vino, ya sea por el clima, la ausencia de intervención cultural. Fue Cristóbal Colón quien llevó estacas de vid en las bodegas de sus naves en su segundo viaje a las Antillas. Pero no le prendió bien la viña de Santo Domingo ni en todo el Caribe.
A la vid que da vino le gustan los climas secos y templados. En cambio, si prendió bien unos años después en México (1531), punta de lanza para implantar las primeras vides californianas. Recién en Perú y en el año 1543 surgen las primeras viñas buenas, resultado de las semillas germinadas de uvas pasas europeas, fruto desecado ideal para soportar la travesía interoceánica. Pero fue en Chile donde las viñas habían prendido bien y los embarques de vinos chilenos logran fama rápidamente.
En lo que hoy es la República Argentina no nacen sino hasta mediados del Siglo XIX con Domingo Sarmiento como gobernador de Cuyo que triangulaba Mendoza, San Juan y San Luis. Sarmiento creó la Quinta Normal, contrató a Miguel Aimé Pouget, un reconocido vitivinicultor francés residente en Chile. Además, contrató al técnico italiano Eliseo Schieroni y al agrónomo y profesor alemán, Enrique Roveder, que dicta las primeras cátedras de economía rural. Aquí nacen los primeros vinos argentinos bebibles para los franceses. Aparece, por primera vez, la varietal Malbec que en la actualidad tiene reconocimiento en los Estados Unidos y en varios países europeos.
A pesar de tratarse de un método milenario, la industria evoluciona permanentemente, ya sea con tratamientos de suelos o barricas de distintos materiales, tamaños y formas. Gracias a la causalidad, bodegas de países como Croacia, Italia y España comenzaron a incursionar en lo que se conoce como vinos submarinos.
Descubrieron en las bodegas de barcos hundidos en el mar desde hace más de 150 años botellas de vinos y de champagne perfectamente conservadas. Al ser catadas por los enólogos más prestigiosos fueron contundentes: “los mejores vinos que probamos hasta hoy”. Esas botellas se vendieron a precios estratosféricos. Ahí surge la idea de incursionar en esta nueva técnica para envejecer y mejorar los vinos.
En este bendito país existe una sola bodega que envejece sus vinos en el mar y se llama Wapisa que significa ballena en el idioma aborigen yámana. Está ubicada en la localidad patagónica de San Javier, cerca de Viedma, capital de Río Negro, a 20 kilómetros del océano Atlántico.
Esta bodega, pionera en el país, ya logró la primera producción de vinos submarinos. En jaulas especiales de acero inoxidable añejaron 1.500 botellas de las líneas Cabernet Sauvignon, Pinot Noir y el clásico Malbec argentino. Estuvieron 8 meses a 15 metros de la superficie del mar y los primeros resultados fueron asombrosos. Se encontró un vino delicioso y maduro, con un retrogusto largo, con una mayor complejidad de aromas y sabor como el vino que estuvo 3 años añejándose de manera tradicional.
Como verá estimado lector, estamos ante la génesis de un producto milenario que sigue dando sorpresas para beneplácito de los que levantamos la copa a diario para brindar: Salud!.