TERCER MILENIO
Hace 56 años que Monseñor Raúl Marcelo Scozzina coronó a la Virgen del Carmen
Por Justo L. Urbieta
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Ya asoma el 16 de julio, un día muy especial porque se celebra el Día de la Virgen del Carmen, patrona de la provincia y amadísima madre de todos los formoseños como acostumbran mencionarla en el seno de la Diócesis de Formosa.
Por mi relación estrecha con el obispo emérito, monseñor Raúl Marcelo Scozzina, nuestro inolvidable paí Pacífico, en sus épocas de cura raso y luego de párroco de la Iglesia Catedral, he ponderado siempre el vínculo indisoluble del pastor con su amada María bajo la advocación de Del Carmen.
Y fue durante su gestión cuando difundió su pasión mariana que movilizaba multitudes en las procesiones, novenarios y misas alusivas en julio de cada año.
Sin embargo, hay un hecho histórico ocurrido hace 56 años que no muchos divulgan, al menos.
Se trata de la coronación pontificia de la Virgen, distinción solicitada Scozzina al Papa Pablo VI quien accedió al requerimiento de todos los formoseños mediante una carta pastoral.
Esa misiva fue leída por el propio obispo de Formosa, Monseñor Scozzina en un acto que convocó a una verdadera muchedumbre el 16 de julio de 1966.
La coronación pontificia que estuvo a cargo de quien fuese obispo cuando solo tenía 35 años, se suma a atributos previos recibidos por nuestra patrona que fue proclamada en 1947, hace 75 años, Generala del Ejército Argentino y 10 años después, hace 65, Patrona de la Diócesis de Formosa creada casualmente en 1957.
Momentos inolvidables
En su rica trayectoria terrenal, monseñor Scozzina ponderó siempre dos momentos inolvidables: cuando en 1966 el Papa Paulo VI –a quien siempre admiró- le otorgó la gracia de colocarle la corona pontificia a la imagen de la Virgen del Carmen y cuando, tras superar graves problemas de salud, regresaba a Formosa y, ya jubilado, cumplió su sueño de siempre: hacer realidad el Vía Crucis Formoseño, el más extenso del mundo según quedó testimoniado en el Libro de Guinness.
Son catorce cruces de madera levantadas a lo largo de la ruta nacional 86, desde esta ciudad hasta el límite con Salta donde erigió un par de templetes con las imágenes de las patronas de las dos provincias hermanas: la Virgen del Carmen y la Virgen de los Milagros.
Scozzina falleció en esta ciudad –ya que eligió a Formosa como destino de vida- y decidió que sus restos descansaran definitivamente en la humilde capilla del paraje Alto Alegre donde descubrió la imagen de la Virgen de los Pobres. Para llegar hay que partir desde Pozo del Tigre hacia el Sur.
Era hijo de campesinos, de humildes trabajadores de la tierra descendientes de italianos que lo vieron nacer un 14 de agosto de 1921 en San Martín Norte, Santa Fe.
Un 21 de julio de 1957, con 36 años, fue consagrado obispo de Formosa.
Un cura incansable
Pese al paso de los años y las consecuencias de una enfermedad que obligaron a someterse a varios procedimientos quirúrgicos, cuando decidió regresar a Formosa luego de dejar la diócesis en manos de monseñor Dante Sandrelli, realizaba viajes al interior sin cesar para oficiar misa, presidir las ceremonias de confirmación de adolescentes y jóvenes o para peregrinar en vísperas de los días de Semana Santa.
Hasta cuando su salud debilitada lo permitió, repetía el viaje de tres jornadas por lo que se ha convertido en su obra que había dejado pendiente en 1976 cuando se jubiló: el Vía Crucis Formoseño.
Las catorce cruces de madera que lo conforman se levantan a la vera de la ruta nacional número 81 que lleva su nombre al igual que una calle de esta ciudad.
Sus pesares
Sufría por los aborígenes y por los campesinos sin tierra. Esa fue la razón por la que se convirtió en el guía espiritual de los dirigentes de la Unión de Ligas Campesinas Formoseñas –ULICAF- que lo catapultaron a la adoración entre los humildes y a la reacción torpe de los poderosos que lo descalificaron y hasta lo persiguieron y mortificaron hasta llevarlo a un adiós anticipado en su gestión pastoral, aunque lo siga negando.
Esa lucha la abrevó en el seno familiar porque sus padres habían sufrido lo mismo que los campesinos formoseños que querían planificar su vida en tierra propia.
Amigo de los jóvenes
Muchos jóvenes que siguieron sus enseñanzas lo recuerdan y coinciden en afirmar que muchos de esos sueños se hicieron realidad con el nacimiento del PAIPPA.
Su pasión eran los jóvenes y bregaba porque ellos se despojaran de preocupaciones serias, de formación propia que les impidiera pensar que debían vivir en una comunidad como parte de una familia humana.
Casualmente, quien firma esta nota le tomó las últimas fotografías en la Catedral donde lo sorprendí orando ante su amada madre y acompañado, luego, por jóvenes que siempre apelaban a sus buenos consejos.
Scozzina fue un apasionado mariano y un fanático hijo de la Virgen del Carmen, razón por la cual también su memoria estará presente en todos los 16 de julio