TERCER MILENIO
La convicción de que las recetas técnicas solamente son viables desde la política
Por Justo L. Urbieta
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Atentos a la realidad nacional ante un gobierno nacional que en nada coincide con los perfiles ideológicos de quienes desde 1995 tienen en ejecución en Formosa un Modelo Provincial con características peculiares que consolidaron l primacía del peronismo en la gestión en los últimos 40 años, vale la pena recordar acerca de cuál es la relevancia política de los actuales mandatarios locales.
Cuando asume el PEP, la comunidad tuvo ocasión de conocer a ciencia cierta el pensamiento de Gildo Insfrán que desde un principio fijó su mirada atenta a la transformación integral de Formosa y, especialmente, en la promoción del desarrollo humano desde el fortalecimiento de todos los factores que inciden en la contención social.
Consideraba necesario que el gobernante se ocupe de generar, promover y sostener el crecimiento del hombre, en esa dimensión y que en el plano de las necesidades materiales, debía servirse de las herramientas de la economía con el objeto de promover el bienestar de la comunidad.
Proponía en ese sentido su primer mensaje al pueblo la asignación de recursos, promover la inversión, crear empleos, explotar la riqueza, distribuir los bienes, garantizando el libre juego de los diversos factores y atentando la creatividad.
Explicaba el lagunense que estos conceptos, evidentes de por sí, son axiomas elementales de la filosofía política que debo refrescar aquí, debido a que actualmente están siendo manipulados por un pragmatismo eficientista.
Advertía que el seudo modernismo de fin de siglo contaminaba la comprensión de la problemática social, política y económica, elevando la teoría de los bienes económicos a una teoría global del hombre, mediante la mercantilización de los aspectos morales.
Por ejemplo, interpretaba que lo social quedaba reducido a un dato estadístico; en lo económico el capital financiero tendía a reemplazar el capital productivo y en lo político las decisiones quedaban en manos de los “expertos” que escuchan al pueblo a través de encuestas.
Juzgaba Insfrán que esa visión de la realidad pecaba fundamentalmente por su carácter estrecho, fragmentario y unilateral que tan solo rozaba la epidermis de los hechos, sin comprender ni su contenido, a diferencia del estadista cuyas largas miras no solo abarcan el conjunto de los acontecimientos, sino que también intuye su dirección.
Opinaba, además, que el protagonismo de los expertos era una grave amenaza para una sociedad que aún conservaba vocaciones colectivas, al ser deliberadamente disueltas por intereses sectarios que apenas maquillan la búsqueda del poder por el poder mismo.
En ese mensaje inicial enfatizaba, pues, que de allí nada bueno cabía esperar del gobierno de los tecnócratas, aun cuando utilizaren resortes democráticos, ya que, como sentencia la milenaria sabiduría oriental, “si el hombre erróneo usa el medio correcto, el medio correcto actúa erróneamente”.
En ese sentido, sostenía su convicción de que las recetas técnicas solo son viables si se las respalda desde la política y apuntaba el gobernador que cualquier análisis de la realidad no podía prescindir de la indagación de las variables macroeconómicos en su virtualidad, de la exploración del campo social en su dinámica, del conocimiento de cómo la comunidad gesta la política y de saber cuáles son sus paradigmas.
Asimismo, advertía que no abordar la comprensión simultánea de estos aspectos, como olvidar a su protagonista excluyente, el hombre, inexorablemente conduce a construcciones mentales desarraigadas del fenómeno de la vida y que por ese camino, se le negaría al hombre el pasado, se sacrificaría su presente y se girarían las soluciones hacia el futuro indefinido e incierto.
También evocaba que el país conoció en otras épocas las pretensiones de ajustar la realidad a modelos teóricos, generando una cadena de frustraciones y deformaciones estructurales.
Pero también que es a partir del surgimiento del peronismo, que marca a fuego la historia política del siglo XX, cuando se produjo una maduración social que hace inviable la aplicación a rajatabla de aquellos modelos deletéreos, a los cuales opone un ser y un pertenecer, abordando desde allí el universalismo.
Al igual que ahora, en ese tiempo Gildo Insfrán afirmaba que las mujeres y varones formoseños, juntos, harán realidad la decisión de seguir creciendo con esos postulados doctrinarios en los que se basa el Modelo Formoseño que propuso y está en plena ejecución.