Liga Nacional de Básquetbol
La historia de superación del alero Patricio Tabarez
De niño tuvo la convicción de ser jugador profesional, pero el camino estuvo lejos de ser el soñado y tuvo que luchar contra sus propias trabas para hoy ser un jugador de Liga Nacional. El nacido en Presidente Derqui, que jugó la última temporada en La Unión de Formosa, habló de todo con Básquet Plus.
El ambiente del deporte en una familia lo puede cambiar todo para siempre, pertenecer a la clase social que pregona la vida de club es un estilo que termina repercutiendo hacía abajo, para hijos y nietos. Los Tabarez son una familia bien basquetbolera, aquella de las que se pasaban toda una tarde acompañando a sus hijos mayores y sin querer inculcando la pasión a los menores, aquellos que vinieron varios años después.
Pato Tabarez vendría a ser parte la segunda generación del matrimonio, por detrás de sus hermanos mayores con 47 y 45 años. El Pato con 32 y su hermana de 30 son los que crecieron casi que en las gradas del Club Presidente Derqui, mientras papá y mamá alentaban las aventuras de los más grandes con la pelota naranja como leitmotiv.
“Desde recién nacido que iba a la cancha a ver a mis hermanos más grandes, mi viejo era de la comisión del club en Presidente Derqui. Fui mamando el básquet, desde chiquito me crié con una pelota de básquet al lado. Desde los seis años que me anoté en escuelita y nunca más paré”, recordó Pato.
Su emoción por el básquet lo llevó amarlo desde chiquito y las imágenes de sus hermanos jugando en la primera fue lo necesario para marcar su futuro, aunque no más sea un niño de 7 u 8 años diciendo que le gustaría ser cuando sea grande.
“Hay una anécdota ahí de la gente conocida del club, los que son más grandes que siempre se acuerdan de que yo de chiquito les decía que iba a ser jugador de básquet. Siempre que me preguntaban que quería ser cuando sea grande, no había otra opción. Esa seguridad llamaba la atención por lo chiquito que era, pero bueno yo veía a mis hermanos que rozaron la profesionalidad de alguna manera y entonces yo quería seguir el camino”, contó.
Luego agregó sobre sus ídolos familiares: “Mi gran motivación de chico eran mis hermanos, tengo mis primeros recuerdos de verlos jugar a ellos en la primera del club y me parecían unas bestias. Había uno de los que jugaba con ellos que la volcaba y yo sentía que volaba, que era impresionante. Seguramente si hoy lo veo no era tan así, pero de chico eso me motivaba. Mis hermanos eran mi inspiración, los veía en la primera y eso me daban ganas de estar ahí alguna vez, como así vivir de eso, jugar al básquet y ser un profesional”.
El baloncesto argentino tiene a Manu Ginóbili como el que rompió el molde, el mejor jugador de la historia. Pero si hay uno en particular que no tiene contra, lo quieren todos y alguna vez lo admiraron es a Marcelo Milanesio con su cautivante juego y esa marca registrada de ser la cara de la Liga Nacional durante casi dos décadas.
“Mi primer amor de Liga Nacional llegó de adolescente, viendo la era de Milanesio en Atenas. Eso fue algo que me voló la cabeza, el nivel de la técnica de tiro de Marcelo es algo que todavía cierro los ojos y la recuerdo. Una vacación recuerdo ir a Mar de Plata y ver en un cuadrangular a Atenas con Milanesio. Fue algo que me marcó un montón, pero ya más a nivel de profesionalismo de tener esa mecánica de tiro, esa simpleza de tiro me fascinó, una locura que por ejemplo hizo que buscara entrenar más el lanzamiento”, reveló.
“Siempre jodemos en mi familia o joden con la comparación con mi hermano segundo, Nicolás. Él salió campeón de Liga B con Escobar, jugó otras dos ligas B con Sportivo Pilar y jugó varios provinciales, rozó el profesionalismo en el básquet. Siempre joden que era el talentoso de la familia, pero era vago, no le gustaba tanto entrenar, jugaba porque tenía un talento natural, hasta considero que él jugaba mejor que yo. El tema es que yo me la pasaba todo el día entrenando, quería mejorar todo el tiempo, nunca tuve un click en el cual dije voy a ser jugador profesional, desde que tengo uso de razón persigo esa zanahoria, esa meta que era ser profesional. A medida que lo fui logrando, que me fui asentando, quiero un poquito más, ser más profesional, una vuelta de rosca físicamente o técnicamente, siempre trato de perfeccionarme”, manifestó
En Boca no tuvo la chance de debutar, de hecho en el xeneixe es bien difícil llegar y establecerse en la Liga. Tuvo que emigrar a otros destinos como Ciclista Olímpico, Ciudad de Bragado, Rocamora, Los Indios de Moreno y Obras entre otros. En el Rockero parecía que iba a poder tener su trampolín de despegue en un equipo bastante joven, pero la presión de conseguir lo que siempre soñó de chico no lo dejaba ser.
“Mi carrera fue de menor a mayor de Unión Santa Fe para acá. Creo que en Obras tuve un traspié, no me pude establecer, jugar bien y eso se notó, por lo que tuve que bajar a jugar el TNA. A partir de ahí siento que mi carrera fue mejorando año tras año”, analizó.
Superar esa traba requiere de un trabajo personal, pero también de un entrenador que dé en la tecla para sacar lo mejor de su jugador y para Pato, Marcelo Richotti fue fundamental. “Lo de sacarme la presión se lo adjudicó más que nada a Marcelo Richiotti, recuerdo que cuando llegué a la liga me dio la tranquilidad para jugar, más allá de jugar muchos minutos o no. Él me hizo perder la presión de sentir que estaba jugando la liga, para salir y hacerlo de la mejor manera posible, siendo Pato Tabarez en la mejor versión que podía ser. Me hizo sacar la presión de la zanahoria de chico con respecto al sueño de ser profesional y tomarlo con la filosofía Tortu Deck ‘Es básquet chango’”, expresó.
Un deseo hecho realidad gracias al trabajo, así puede graficarse la historia de Tabarez con el baloncesto, tan simple como eso. Querer es poder, pero lo que siempre hay que entender es donde se está parado, siendo que a veces retroceder es juntar fuerzas para el impulso. Por eso que desde hace cuatro temporadas que Pato dejó las categorías de ascenso para establecerse como jugador de liga, una carrera que va de menor a mayor; y ya avisó, sueña con más.
Fuente: Básquet Plus.