TERCER MILENIO
La mística pionera y el orgullo de ser y sentirnos formoseños
Quienes hemos tenido la gracia de nacer en esta tierra bendita del mismo modo que aquellos que la eligieron como destino de vida reconocemos a esta jornada del 8 de abril como una justa evocación de la gesta del fundador Luis Jorge Fontana y las familias pioneras, coincidiendo en que hay una llamada sentimental que nos revela que cada día que pasa nos sentimos más orgullosos de ser y de sentirnos formoseños.
Así como los protagonistas de aquella jornada de 1879 se afincaron en estos solares para recrear la Villa, trabajar intensamente, unirse para superar las adversidades y aferrarse al profundo afecto que los ligó a esta Formosa naciente de tal modo que se comprometieron con su futuro y hasta terminaron en ella su existencia, las generaciones posteriores fueron aportando lo suyo para que de la nada aquella llegásemos hasta este presente en plena evolución.
Fontana tenía 33 años y al momento de arriar la bandera argentina en Villa Occidental el 14 de mayo de 1879 para cumplir el laudo arbitral tras siete años de prolongada gestión diplomática, vivió momentos de extrema emotividad.
En ese tiempo, trabajó porque la Argentina no pudo dirimir favorablemente el pleito con el Paraguay por la legítima posesión de los territorios ubicados al norte del río Pilcomayo, negados finalmente por el laudo del presidente de EE. UU., Rutherford Hayes.
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Tierra generosa
Como lo cita en su libro “Villa Occidental, la primera capital del Chaco”, el estimado escritor Justo Lindor Olivera, catamarqueño de origen pero formoseño como destino de vida, restaba aún cumplir la ingrata tarea del desalojo y el traslado de los habitantes que optaron por radicarse en Argentina, más precisamente en Formosa, la Villa que se convirtió en la capital del Gran Chaco.
Olivera reflexiona sobre ese momento señalando que Formosa, tierra ubérrima y generosa, los aguardaba ansiosa para brindar su enorme potencialidad de futuro, dejando atrás sinsabores, incertidumbres y desconfianza para optar por la seguridad que les significaba estar bajo la protección de la Nación Argentina.
Menciona que muchos de ellos vendieron a precio irrisorio sus bienes, otros los arrendaron y la mayoría los abandonaron.
Comunidad y formoseñeidad
De allí que Fernando De Vido ponderara lo que denominó “la mística pionera” al interpretar que esas familias de origen argentino, italiano y paraguayo siempre supieron sobreponerse a las circunstancias adversas, creando medios, herramientas e instrumentos, pero por sobre todo, que marcaron sus convicciones y voluntad para construir las bases de una comunidad que cobijara a las nuevas generaciones.
El profesor Sergio Lilo Domínguez, por su parte, también hace referencia al futuro de Formosa y auguró que no sea la consecuencia del nuevo orden que impera en el mundo, el de un conjunto de tecnópolis sin alma.
Alienta la profunda convicción que la única salida constructiva y revolucionaria para la actual crisis de estructura es la afirmación de la identidad cultural de los pueblos, planteando la necesidad que la comunidad formoseña tome conciencia de su identidad colectiva para hacer de ella un factor de síntesis viva y original.
Domínguez propicia la necesidad de repensar nuestra identidad y ensayar el propósito como comunidad desde una cultura de participación, buceando en lo más hondo de la formoseñeidad para extraer conclusiones impulsados por el sentimiento arraigado en las entrañas de los habitantes de Formosa.
Tiempo para coincidir
Las actuales son épocas de desafíos. En el escenario está vigente en la conducción política de los destinos de Formosa un modelo de planificación que coincide con el proyecto nacional y popular que demostró correspondencia en 2003 al darle a Formosa la medida que durante años reclamó para ir corrigiendo las inequidades sociales con el Acta de Reparación Histórica en plena ejecución.
También ha prendido el discurso común en el que se privilegia la identidad propia, los valores esenciales que identifican al formoseño y que hacen confiar en que se convierten en la mejor coraza para impedir influencias dañinas para su destino.
Desafío distinto
Sin embargo, las exigencias son tantas y los recursos tan escasos que hay para ambos un desafío distinto por delante y es el que plantea un porcentaje del pueblo con necesidades extremas.
Ellas demandan soluciones y respuestas a sus carencias están expectantes y para ellos debe fortalecerse el propósito de seguir construyendo una Formosa Diferente, basada en el aprovechamiento de sus potencialidades naturales, de sus ricos recursos humanos y de su ubicación privilegiada en el continente.
Hay una comprensión abarcadora de esa circunstancia, pese a los matices ideológicos y políticos existentes en la sociedad provincial.
Pero los grandes objetivos solamente se alcanzan aunando esfuerzos y voluntades, identificándose en las gestiones y evitando la especulación en cada uno de los emprendimientos.
El valor de la unidad
En estos días se recrean pasajes de la historia aldeana para que advirtamos que, pese a las restricciones, las penurias y las lejanías, el espíritu de unidad y solidaridad de las familias pioneras y los que gestaron la provincialización fue útil para despejar las piedras del camino.
Si fue posible hacerlo, debe repetirse el interrogante acerca de qué pueden hacer los formoseños de hoy por la provincia que necesita avanzar aún más aunque sin ignorar que Formosa ha cambiado y para bien.
Alienta esa expectativa una generación de jóvenes, enamorados de la política y con ganas de participar, que todavía espera mucho de los que hoy deben legarles una provincia mejor que la que recibieron.
Justo L. Urbieta