Fiesta Mostri y Nü metal en la Noche de Brujas en Formosa
Las fiestas de Halloween reavivan el debate cultural
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El 31 de octubre, la agenda local ofrece opciones temáticas con concursos de disfraces y música en vivo, mientras la festividad de origen celta continúa generando controversia cultural. Esta noche de brujas en Formosa se teñirá de terror y fantasía con dos propuestas que se suman a la tendencia global de la Noche de Brujas.
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Fiesta Mostri
Fiesta Mostri: Resurrección en Flor de Mango es la propuesta que promete una noche de locura y baile en Masferrer 1019. La fiesta de disfraces se llevará a cabo de 22 a 4 y los asistentes podrán participar por premios al mejor disfraz en categorías individual y grupal. Las entradas anticipadas tienen un valor de 2 por $8.000 o $5.000 la unidad, mientras que en puerta costarán $6.000.
Nü metal en Halloween
Para los amantes del rock, la banda Are you ready se presentará en el Sótano Cultural con un show especial de Halloween, reviviendo los grandes éxitos del Nü Metal noventoso. La cita es también hoy viernes 31 de octubre a las 22, con premios especiales para el mejor disfraz de la noche.
El origen de Halloween
La celebración de Halloween o Noche de Brujas tiene raíces que se extienden por más de 3.000 años y distan de su imagen moderna ligada a Hollywood. Su origen se encuentra en el Samhain, un antiguo festival celta que se celebraba al final de la temporada de cosechas. Los celtas creían que durante esa noche el velo entre el mundo de los vivos y el de los muertos se hacía más delgado, permitiendo que los espíritus regresaran. Para ahuyentar a los malos espíritus o hacerse pasar por uno de ellos, la gente encendía hogueras y usaba máscaras o disfraces. El nombre Halloween proviene de la contracción de la frase inglesa All Hallows’ Eve (Víspera de Todos los Santos), ya que la Iglesia Católica designó el 1 de noviembre como el Día de Todos los Santos.
La tradición fue llevada a Estados Unidos por los inmigrantes irlandeses en el siglo XIX. Sin embargo, su estallido de popularidad a nivel mundial ocurrió a partir de la década de 1970, impulsado por el cine y la televisión, que universalizaron las costumbres del Truco o Trato y las calabazas talladas.
¿Celebración
o cipayismo?
En Argentina, la masificación de Halloween, especialmente impulsada por los eventos de entretenimiento y las redes sociales, reavive todos los 31 de octubre el eterno debate sobre la adopción de costumbres foráneas.
Muchos analistas y sectores conservadores critican la celebración como un acto de colonización cultural o cipayismo, argumentando que se prioriza una fiesta de origen extranjero (con fuerte influencia estadounidense) sobre las tradiciones culturales o religiosas propias, como el recuerdo de los difuntos el 2 de noviembre.
Por otro lado, la gran cantidad de eventos temáticos demuestra que gran parte del público joven la percibe como una oportunidad de entretenimiento y diversión lúdica, desligada de su significado espiritual. El disfraz, la música y la socialización se convierten en el foco principal, convirtiéndola en una fiesta comercial más, al igual que sucede con otras celebraciones importadas.
La tensión entre Halloween y tradicionales locales no debería ser una batalla de uno o el otro, sino un desafío para la educación y la promoción cultural. Expertos señalan que el debate se basa en una falsa antinomia: “No es necesario prohibir que los niños disfruten de una fiesta de disfraces como Halloween. El problema real surge cuando el marketing de una costumbre foránea eclipsa y relega la celebración de lo propio”.
En la práctica, Halloween en Argentina se transformó en una celebración híbrida: toma la estética (disfraces, calabazas) y el formato (fiestas, Dulce o Truco) de la versión estadounidense, pero se enfoca en el entretenimiento, la fantasía y la comercialización, sin la carga solemne o ritualística de sus orígenes celtas. El consenso actual es que Halloween coexiste con las tradiciones locales. La música, la comida y las costumbres argentinas de gran peso tienen una arraigo tan profundo que no corren el riesgo de desaparecer. La clave es que la defensa de la cultura propia no debe ser la prohibición de lo ajeno, sino la puesta en valor y la revitalización constante de las tradiciones locales para que sigan siendo relevantes y atractivas para las nuevas generaciones.
¿Dulce o Tradición?
El calendario argentino de noviembre presenta un fascinante contraste cultural. Mientras el 31 de octubre se rinde a la parafernalia global del Trick or Treat y los disfraces de terror, solo diez días después, el 10 de noviembre, el país se viste de campo y poesía para celebrar el Día de la Tradición. Octubre también esta marcado por el Oktoberfest, la Fiesta de la cerveza, que hace años también se celebra en Argentina; sin olvidarnos que en noviembre el día 1 recordamos el Día de Todos los Santos y el 2, Día de los Fieles Difuntos, conmemoraciones de la religión católica.
El creciente auge de Halloween en Argentina, especialmente desde la década de 1990 impulsado por la globalización y la cultura pop estadounidense, genera un debate sobre su lugar en el calendario cultural frente a las tradiciones locales. Halloween ganó popularidad, en particular entre los jóvenes, adoptando prácticas como organizar fiestas de disfraces en casas, escuelas, bares y discotecas. La costumbre de pedir golosinas (dulce o truco) si bien es más incipiente, se replica en algunos barrios y comunidades. Y algunos comercios y hogares adoptan la estética de calabazas, telarañas y elementos de terror como estrategia de marketing y diversión.
Para algunos, esta adopción es vista como un proceso de globalización o aculturación, donde se incorporan costumbres extranjeras, mientras que otros lo ven simplemente como una excusa divertida para la interacción vecinal y la celebración, que no necesariamente reemplaza las costumbres propias.
El debate cultural en Argentina no suele plantear una antinomia estricta, sino más bien una reflexión sobre la identidad y la influencia externa. Algunos argumentan que el boom de Halloween desplaza el foco de las celebraciones auténticamente argentinas o de las conmemoraciones tradicionales de Fieles Difuntos, y así, hablan de pérdida de identidad.
Otros sostienen que la adopción de Halloween es un fenómeno global inevitable, impulsado por los medios, y que las culturas son dinámicas, capaces de incorporar elementos nuevos sin perder los antiguos (como las celebraciones de la Pachamama o el Carnaval).
Prevalece la idea de que se pueden complementar ambas celebraciones, y que cada individuo o familia es libre de festejar lo que elija. Celebrar Halloween no implica necesariamente renunciar al locro o el asado como símbolos culturales fuertes. El riesgo no está en que los niños pidan caramelos, sino en que, por el olvido o la falta de promoción, dejen de conocer el significado del mate compartido, las destrezas de una jineteada o el valor de los consejos que el gaucho Fierro deja a sus hijos.
Hay que asumir que las culturas se mezclan. El desafío es lograr que, así como el país argentiniza una fiesta de Halloween, también mantenga viva y evolucione la tradición gauchesca. En esencia, mientras Halloween se establece como una fiesta de disfraces, diversión y consumo de golosinas (con un impacto comercial notorio), las celebraciones tradicionales argentinas continúan ancladas en lo folklórico, religioso y la identidad nacional/regional.