UN VIAJE EN EL TIEMPO
Misión Tacaaglé, un pueblo que nació y creció de la mano de los fransciscanos
Realizamos una recorrida por el interior de la provincia, y sin querer, también hicimos un viaje por el tiempo, al conocer en Misión Tacaaglé. Allí funcionó la durante gran parte del siglo 20 la Misión San Francisco Solano. El pueblo creció gracias alrededor del convento y hoy le ofrecemos una parte de su historia.
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La historia del nacimiento de los pueblos de la provincia es muy diversa, tanto como su población. Conocida es la historia de Capital y la llegada de Fontana por río a la Vuelta Fermoza. También es bastante conocida la de aquellos que fueron creciendo cada 30 km a lo largo del ramal del tren. Hubo otros que tienen su origen como consecuencia de la instalación de una escuela y otros, como el caso del que nos ocuparemos hoy, que crecieron tras la llegada de una misión franciscana.
Misión Tacaaglé tuvo dos intentos previos de asentamiento antes de quedar ubicado definitivamente donde hoy lo encontramos. Allá por principios del siglo 20 un grupo de religiosos de la Orden de la Merced de Corrientes llegaron hasta orillas del río Pilcomayo a cercanías de Fortín General Bruguez, territorio paraguayo.
Poco tiempo duró esta primera incursión, ya que errático rio obligó a los primeros pobladores a trasladarse hacia el suroeste, cerca del estero Tacaaglé, aunque allí tampoco fue su destino definitivo, ya que las malas condiciones del suelo y del agua obligaron a los misioneros a emigrar a cercanías del riacho El Porteño.
Hacia 1914 comenzó a instalarse lo que, con el correr de los años, se convertiría en Misión Tacaaglé como lo conocemos en la actualidad.
El objetivo
Como todas las misiones franciscanas, la Tacaaglé tenía varios objetivos. Por un lado, evangelizar a la población originaria, Toba y Pilagá en aquel entonces , por el otro, documentar a toda esta población en un país que comenzaba que empezaba a expandirse. Y por último administrar recursos, ya que, por convenio con el Gobierno Nacional, se le otorgaban tierras para ser explotadas de manera productiva.
Con el correr de los años la misión se fue consolidando y a su alrededor comenzó a formarse un pueblo con distintas mixturas étnicas. Criollos, emigrantes y por supuesto originarios.
La actividad realizada por los franciscanos, a diferencia de otras misiones, no se completó como tal, ya que por falta de recursos económicos no se logró consolidar la actividad productiva, aunque los habitantes de la zona sí fueron aprovechando las bondades de la tierra.
Hacia 1955 se terminó el convenio de la Nación con los franciscanos y poco a poco estos se fueron retirando de las misiones. De hecho, el último franciscano que estuvo a cargo de Tacaaglé es el padre Salvador Gurrieri, actual capellán de la Policía de Formosa, y el único que queda de esa orden en la provincia.
La actualidad
Hoy, la Parroquia San Francisco Solano continúa con sus actividades, bajo la dirección de la diócesis de Formosa y con el Padre Carlitos Hermosa a cargo. Tienen misas los jueves y sábados y se realizan las actividades habituales, como catequesis, reuniones con familias y jóvenes.
El edificio
El viejo convento es una obra magnífica, que muestra con orgullo –aunque con el deterioro lógico del paso de los años- lo que significó esta orden para el crecimiento de muchos pueblos.
De acuerdo a lo que cuentan los responsables y colaboradores del lugar, la intención es convertirlo en museo, ya que en el lugar se pueden encontrar objetos de los primeros años, el campanario, aljibe, baños y los lugares donde se realizó la actividades evangélicas durante gran parte del siglo 20.
Las dos órdenes de la provincia
Fray Pedro Iturralde, un sacerdote franciscano, a comienzos del siglo pasado, erige la ciudad de San Francisco del Laishí. Un poblado que se halla a 70 kilómetros de la capital formoseña. El fraile elige su nombre haciendo honor al fundador de la Orden, San Francisco de Asís. Y en un gesto de comunión con las originarios del lugar le sumó Laishí. Ese era el mote del Cacique Toba que dominaba toda esa zona antes que los conquistadores llegaran a esa región del Litoral Argentino. Otros autores aseguran, en cambio, que el nombre deriva de la expresión latina Missio Laici, que significa misión de los laicos. Esto es por el desempeño que tuvieron los miembros de la Tercera Orden Secular de San Francisco.
Tacaaglé
En esta Misión de la Ruta Franciscana en Formosa el turista se encontrará con un fragmento de la historia de Formosa. Del mismo modo que en Laishí, todo en el lugar respira la comunión de los franciscanos con los pueblos originarios.
Esta ciudad se halla a 202 kilómetros de la capital de la provincia. Tacaaglé es una expresión toba que significa del chajá o grupo de chajás. Esto es así porque en la zona funcionaba un criadero de esas aves endémicas de Argentina. Los franciscanos también arribaron a principios del siglo pasado y construyeron una Misión. La misma se componía de un importante edificio, formado por la capilla, habitaciones, talleres y oficinas.
En el templo se pueden observar objetos de alto valor histórico, como documentos, candelabros, libros en latín, atuendos religiosos, entre otros. (fuente turismorelioso.travel)