TERCER MILENIO
¿Qué pueden hacer las provincias en materia educativa?
Por Carina Cabo
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Las provincias tienen a su cargo el sistema educativo de su distrito; es decir que, a partir de la Ley de descentralización educativa del 1991, cada jurisdicción define sus reglas de juego, los estatutos docentes, las leyes provinciales e incluso tienen relación directa con los sindicatos. En definitiva, cada provincia puede mejorar la escuela.
Es interesante tomar algunos ejemplos de estados subnacionales que han mejorado su situación como el caso de algunos distritos de Brasil, los cuales dieron un salto de calidad con modelos propios. De hecho, Pernambuco, unos de los más pobres, en el año 2007 ocupaba el puesto 22 en el índice de la educación básica en dicho país y, al cabo de 8 años, duplicó la presencia de jóvenes en la escuela, disminuyó el abandono del 24% al 1% y, hoy por hoy, el 70% termina la escuela. Ese cambio profundo lo logró –fundamentalmente- con capacitación docente.
En Argentina, la educación está pasando por un momento crítico, producto de falta de decisiones políticas al respecto y de desinversión económica. El desinterés de los gobernantes en la materia es concordante con el estado de las escuelas. Esta situación es más grave en las provincias más pobres. Y lejos de planificar soluciones, se esgrimen ideas “alocadas” imposibles de concretar, tales como las escuelas-váucher que solo lograrían profundizar el problema educativo.
Para ello, necesitamos funcionarios realmente comprometidos con la educación, no solo políticos que cumplan la función de gestionar. En nuestro país, en los últimos 12 años, solo la mitad de los ministros de educación tienen experiencia en el sistema educativo; muchas veces son contadores, bioquímicos o ingenieros. Sin embargo, ningún ciudadano aceptaría que un ministro de justicia no fuera abogado o uno de salud no fuera médico o especialista del área, pero pareciera que, en Argentina, la educación es un tema menor.
Las provincias lo pueden todo en el tema. Entonces, necesitamos políticas educativas entramadas con políticas de vivienda, de salud y de trabajo que reviertan la burocracia estatal y conformen escenarios de acción realistas y focalizados por regiones. Las provincias son territorios muy vastos, por ende, una decisión gubernamental no logra alcanzar ni “abrazar” a todos los niños, se requiere regionalizar y plantear programas según las problemáticas. Para eso se precisa de la alianza histórica con los docentes y directivos que son quienes conocen la cocina de la escuela, como funciona realmente cada institución y cuáles son sus rutinas para planificar proyectos con objetivos claros y reales. Y, sin dudas, además, fortalecer la enseñanza de la lengua y la matemática, cimientos y habilidades fundantes para los aprendizajes de otras disciplinas, donde el leer y el escribir y el hablar y el escuchar les permitan a los más chicos comprender textos y expresarse de manera fluida.
No es mucho, no es poco; es decidirnos qué país queremos construir; si para unos pocos o es para todos, incluso para los de los pies descalzos.