TERCER MILENIO
Renacimiento peronista: alivio y esperanza
Marcelo Montes
Recibí las noticias en tu email
Cómo entender, en un contexto adverso, la decisión de casi 9 millones de argentinos.
Fueron dos meses realmente estresantes. Desde las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) que catapultaron a Javier Milei a un lugar de privilegio impensado hasta para propios, pasando por la incertidumbre de saber, primero si habría triunfo en primera vuelta y segundo, si se habría un escenario de balotaje y entre quiénes. El ansiado domingo 22 de octubre llegó la hora de la verdad de las urnas.
Al poco tiempo del cierre del escrutinio, se constató que había votado algo más de gente que en agosto y que Sergio Massa, contra todos los pronósticos, lideraba la votación, con 7 (siete) puntos de ventaja sobre Milei, dejando así relegada a la cambiemita Patricia Bullrich, cuyo espacio quedaba afuera del ballotage por primera vez desde 2015.
El velorio pero sobre todo, el shock, se apoderó de los bunkers no peronistas. Unos (los libertarios) creían que ganaban en primera vuelta. Otros, los “amarillos”, que quedaban primeros o segundos, jamás terceros, al borde de su implosión. Pero, sobre todo, la sorpresa de ver cómo el peronismo se había reconstruido de sus cenizas y cómo había ganado hasta en lugares como Lomas de Zamora, donde un caso emblemático de corrupción ni siquiera rozó dañarlo. Ello sumado a que ningún indicador macroeconómico, incluyendo devaluación pos PASO, había mejorado: por el contrario, el deterioro de todas las variables fue completo. Cómo entender en ese contexto adverso, tal apoyo de casi 9 millones de argentinos.
Es que el miedo a las promesas de Milei operó de modo transversal sobre toda la población. La presencia de Massa poniéndose al hombro la campaña, y habiéndose diferenciado de Cristina Kirchner y Alberto Fernández, también le imprimió la cuota de liderazgo necesaria para emprender una campaña en la que no creían ni los propios. Creyó que podía revertirse.
Finalmente, un enorme número de votantes que descree de toda regeneración ética que se desvincule de la gestión. La experiencia macrista fue tan lesiva para los intereses populares que, al igual que el alfonsinismo, desmotiva ya toda creencia en la posibilidad de desligar management de moral pública.
Por último, la credibilidad de Massa en torno a generar una propuesta de unidad nacional, que entierre toda grieta absurda, con la que se malentretuvo a la opinión pública durante casi dos décadas, pesó como nunca antes.
Quedan ahora semanas para consolidar el resultado o alterarlo en el balotaje. No siendo los votos trasladables de un sector a otro, no sabiendo tampoco si los ausentes concurrirán a votar o si habrá nuevos, desmotivados con las dos opciones que sobrevivieron, Massa parece mejor posicionado, sobre todo, por el “efecto envión”, al estilo de Macri en 2015.
Milei, en tanto, luce vulnerable a perder hasta lo propio como Menem cuando renunció en 2003. En este match de boxeo político, uno parece “comerse el ring” y el otro, está “groggy”, incluyendo pases de facturas entre soldados propios por errores no forzados y ausencia de una estrategia y armados políticos que siempre despreció, arriesgando pagarlo caro.
A 40 años de la gesta democratizadora de 1983, “la casta” y el sistema, amenazados, están más juntos que nunca. Quizás estemos ante un escenario inédito: la democracia refortalecida y un liderazgo naciente. convocante, novedoso, original, buscando iniciar una nueva era. Lunes 23 de octubre fue una jornada de alivio y esperanza colectiva, aunque haya tristeza en algunas franjas especiales de la población. Pero hay razones para ilusionarse y volver a creer en nuestro país, porque es hora de puentes y ya no de grietas.