Sergio Villamayor finalizó su primera participación olímpica
El atleta formoseño Sergio Villamayor hizo historia, a nivel personal y nacional. Tomó la posta de Emanuel Zapata (Río 2016) para representar a la Argentina nuevamente en pentatlón moderno y marcar un hito entre los deportistas de Formosa. Finalizó su participación con un total de 1324 puntos en sus pruebas.
El argentino Sergio Alí Villamayor se ubicó en el puesto 30 sobre un total de 36 participantes en la competencia de pentatlón moderno de los Juegos Olímpicos de Tokio, que incluyó esgrima, natación, equitación (saltos) y laser-run, prueba que combinó correr y tirar.
El atleta nacido en Formosa hace 31 años obtuvo un total de 1324 puntos en sus pruebas, que habían comenzado el jueves con esgrima y continuaron esta madrugada con las de natación, saltos, una ronda adicional de esgrima y finalmente el laser-run.
La mañana comenzó con 290 puntos en Natación siendo quinto de seis en su serie (35° en la general con dos horas, diez minutos y 34 segundos). En la ronda adicional de Esgrima no logró sumar puntos y se quedó con los 166 de la primera ronda, que había marcado su debut en Tokio 2020. Luego llegó el momento del Salto Ecuestre con su caballo Far West y se ubicó vigesimoséptimo totalizando 270 puntos. El gran cierre del laser run fue con 598 puntos (vigesimoséptimo puesto).
Sin dudas un momento inolvidable para el pentatlón nacional, que desde Río 2016 tiene representantes en los Juegos Olímpicos.
La presea de oro quedó para el británico Joseph Choong con 1482 puntos, la de plata para el egipcio Ahmed Elgendy con 1477 y la de bronce para el coreano Woongtae Jun con 1470.
El formoseño había logrado la clasificación para Tokio 2020 en los Panamericanos de Lima 2019 y se trató de su primera participación olímpica, que le sirvió para acumular experiencia con miras a la cita de París 2024.
El camino de Villamayor en el pentatlón moderno comenzó hace catorce años, en las pistas de la Escuela de Suboficiales del Ejército, ubicada en Campo de Mayo. Contra el consejo de su padre, un excombatiente de Malvinas que prefería que su hijo estudiara una carrera universitaria, ingresó en las filas del Ejército, tentado por una carrera que prometía adrenalina, exigencia física y viajes por el país.