TERCER MILENIO
Un llamado a no renunciar a la construcción de la Formosa soñada por todos
Justo L. Urbieta
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Quienes hemos asistido el 8 de abril de 1997 al multitudinario acto que se desarrolló a lo largo del boulevard Napoleón Uriburu percibimos las razones que movilizó a quienes desde la máxima magistratura provincial observaron que hacía falta estimular a la población de Formosa para que lejos de ocultar mostrase con orgullo el haber nacido aquí, así como de sus orígenes y tradiciones.
En esa ocasión, la fecha -que evoca la fundación de la Villa Formosa por parte del comandante Luis Jorge Fontana y de las familias de inmigrantes que llegaron a estas comarcas procedentes de Villa Occidental, otrora capital del Gran Chaco- por primera vez se cumplía con la decisión de Gildo Insfrán que fuese un fasto provincial, es decir que dejase de ser un motivo de celebración solamente en esta capital.
El mandatario pretendía que el amor a Formosa se convirtiese en un abierto e indisimulable sentimiento colectivo, sea para quienes nacieron aquí o los que eligieron este territorio como destino de vida.
Que haya interés por conocer los orígenes, la historia y cada suceso que antecedió al protagonismo de cada generación al entender que solamente de ese modo se acrecentaría el amor y el compromiso por los destinos formoseños.
De allí que con sus propios símbolos -el escudo, el Himno Marcha y la bandera- se pretendió que la niñez, la que cursara 4.o grado de la escuela primaria, se sumase a ese compromiso novedoso respecto del porvenir con el que se soñaba.
Y surgió la idea de que cada 8 de abril quienes estaban en esa condición a lo largo y ancho de la provincia se comprometiesen con la bandera a no permitir, por razón alguna, que se renuncie a la construcción de la Formosa soñada por todos.
Ese compromiso lo asumían a viva voz cuando el gobernador completaba la lectura de la tradicional fórmula en cuya redacción participaron personas defensoras del ser provincial y que, por su trayectoria, honraron su heredad.
Casualmente, ese texto confirma que la bandera simboliza esencialmente el ser provincial y que en su paño estaban representados el origen, la historia, las luchas del pasado, la esperanza del porvenir, el calor de la unión, la hermandad, el espíritu solidario, la humildad, el trabajo fecundo y la fe en Dios.
Esos rasgos prominentes del formoseño son los que recrean su identidad cultural única e irrepetible con la cual, desde este costado norte de la patria, Formosa se proyecta a la Nación y desde allí enfrenta los desafíos de integración regional, continental y mundial.
Dicho de otro modo, ese es el perfil del formoseño con el que soñaron el comandante Fontana y quienes tomaron la determinación de recrear en estas definiciones lo que constituye una regla sentimental y moral sobre la identidad cultural de los formoseños.
Hay quienes el ejercicio de la política les permitió llegar a lugares decisivos a la hora de las decisiones en favor de sus provincias y que han reiterado su condición de formoseños, aunque desaprovecharon la ocasión al votar en contra de obras estratégicas- como el Acueducto para el Desarrollo del Oeste Formoseño-, de impedir la paralización de las obras o de promover la intervención federal a la provincia porque no lograban las adhesiones para llegar al poder local. De allí que se insistiese en que para proclamarse formoseño no alcanzaba con nacer aquí, sino que debían amar a Formosa.
O aquellos que para lograr sus objetivos políticos generaron disturbios y vulneraron el protocolo sanitario en momentos críticos de la pandemia por el Covid-19 o los que buscan mejorar performances eliminando la ley de Lemas -cuando el pueblo clama por la eliminación del índice inflacionario, justicia social, trabajo y alimentos- o apelando a otros artilugios como cuando se presentaron con un cura como candidato a gobernador.
Buscan los caminos más abruptos cuando, en realidad, todo es mucho más sencillo y el ejemplo lo dieron quienes desde la Comisión Pro Provincialización, privilegiando la unidad y la cercanía permanente con el pueblo consiguieron que Formosa se jerarquizase política, económica y socialmente en 1955.
En este 8 de abril, pues, como ocurre desde 1997, los alumnos responderán, sin dudar, cuando el jefe del Gobierno provincial los interrogue si asumen el compromiso de estudiar, trabajar y poner el mejor esfuerzo para alcanzar la paz, la prosperidad y la felicidad de todos los formoseños.
Son reflexiones estas que deberían alcanzar a todos los que habitamos esta bendita tierra y que no terminamos de comprender que las grandes obras trascienden a los hombres y que, por lo tanto, lejos de trabajar desde la singularidad, una humilde entrega diaria en favor del conjunto del pueblo no solamente permitirá alcanzar los grandes objetivos y sueños de muchas generaciones sino también de los propios y el de los que vendrán.