TERCER MILENIO
Una jornada para revalorizar la democracia y decidir el mejor destino para la Argentina
Por Justo L. Urbieta
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La veda establecida desde el viernes y que implicó un tiempo de serenidad para la reflexión por parte de la ciudadanía respecto a los acontecimientos de este domingo 22 de octubre alcanzan una dimensión mayúscula cuando se ingresa al cuarto obscuro y se deposita el voto con la opción seleccionada como aporte libre y secreto de las 482600 personas habilitadas para ejercer sus derechos cívicos sin solución de continuidad en los últimos 40 años.
Es un momento emotivo para quienes sufragan por primera vez y a quienes se debería comentar la diferencia entre el tiempo en que se ha podido votar y el lapso durante el cual ese acto decisivo del ciudadano fue interrumpido por el impacto de golpes de estado cívico-militares.
El 30 de este mes se evocará la jornada en que se comenzó a recuperar la democracia en la Argentina tras los sucesos que se iniciaron en marzo de 1976 y el 10 de diciembre la del juramento de Raúl Alfonsín y Víctor Martínez como presidente y vicepresidente de la Nación y de Floro Eleuterio Bogado y Lisbel Andrés Rivira como gobernador y vicegobernador de la provincia de Formosa, respectivamente.
Aunque se ha percibido que hasta ciertos actores centrales de la vida política llevados, probablemente, por excesos de pasión se han dedicado a calificar al adversario como el enemigo a eliminar o descarta y hasta de mensurar sin mostrar la certidumbre de aquello a lo que apelan para hacerlo quien fue el peor de todos olvidándose que se trata de seres humanos naturalmente imperfectos, aunque con defectos y virtudes, no hay dudas que la democracia es el mejor sistema de gobierno por el que se debe seguir apostando.
De allí que se amerite el criterio de quienes están convencidos que la democracia es una forma de gobierno justa y conveniente para vivir en armonía y que en una democracia ideal la participación de la ciudadanía es el factor que materializa los cambios, por lo que es necesario que entre gobernantes y ciudadanos establezcan un diálogo para alcanzar objetivos comunes.
Esa es la razón también por la que desde 2007, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), estableció el 15 de septiembre como el Día Internacional de la Democracia, como una forma de exaltar la importancia universal de que los pueblos decidan, de manera libre, sus propios sistemas políticos, económicos, sociales y culturales, así como su plena participación en todos los aspectos de sus vidas.
Surge de allí la convicción de que el ejercicio de la democracia es el que mejor refleja los hábitos y costumbres cívicos de una comunidad y que en la en la actualidad esta práctica reclama la procuración de experiencias políticas en las que la ciudadanía ejerza sus derechos y tenga los conocimientos para tomar mejores decisiones acerca de su destino individual y colectivo como parte componente de la Nación.
En esta elección -en la que mayoritariamente las alianzas han ido postergando el protagonismo de los partidos políticos- aparecen situaciones que para no pocos actores surgen proposiciones y definiciones que generan cierta inquietud, razón por la cual, como nunca en estos 40 años, se impone opciones ciudadanas reflexivas y comprometidas con el destino de nuestra patria.
Formosa ya ha optado con antelación por quienes van a regir sus destinos en los próximos cuatro años dándose la circunstancia de desde 1983 hasta ahora la ciudadanía se ha inclinado por representantes de un movimiento nacional, humanista y cristiano ya que a la figura inicial de Floro Bogado le siguió las de Vicente Bienvenido Joga y Gildo Insfrán.
En esta ocasión, se trata de definir el destino del sistema político de la Argentina con la mirada puesta en las potencialidades que le aguardan en el futuro, sin que nada lastime o dañe los sueños de los millones de compatriotas que este domingo -o eventualmente en el balotaje del 19 de noviembre- buscarán que la realidad sea consecuente con esas aspiraciones de mejorar su calidad de vida y realizarse en su país en un clima de paz, seguridad, trabajo y bienestar.