Tendencias
Volver a lo básico: Por qué el juego tradicional es vital en la era digital
:format(webp):quality(40)/https://diarioformosa.eleco.com.ar/media/2025/12/juguetes.png)
A la hora de buscar los mejores juguetes para el desarrollo de nuestros hijos, es fácil perderse entre tanta oferta tecnológica y olvidar que, a veces, lo más sencillo es lo que más estimula su cerebro. Vivimos en una época donde las pantallas compiten por la atención de los más pequeños desde una edad muy temprana, pero los expertos en desarrollo infantil siguen coincidiendo en algo fundamental: nada sustituye la experiencia táctil y creativa de manipular objetos reales.
Recibí las noticias en tu email
No es cuestión de demonizar la tecnología, que sin duda tiene su lugar y sus beneficios, sino de recordar que la infancia es una etapa fugaz que se construye a través de los sentidos. Cuando un niño sostiene un bloque de madera, una muñeca de trapo o un cochecito, no solo está pasando el tiempo; está aprendiendo física básica, desarrollando su motricidad fina y, lo más importante, ejercitando el músculo de la imaginación. A diferencia de un videojuego, donde el guion ya está escrito por un programador, un objeto inanimado requiere que el niño invente la historia, las voces y el escenario.
La importancia del "Juego Abierto"
Seguramente habrás notado que, en muchas ocasiones, los niños terminan divirtiéndose más con la caja del regalo que con el regalo en sí. Esto sucede porque su mente busca instintivamente lo que llamamos "juego abierto". Este tipo de recreación no tiene reglas fijas ni un final determinado.
Al ofrecerles elementos que no hacen nada por sí mismos (que no tienen luces, ni sonidos automáticos, ni baterías), obligamos al niño a ser el agente activo del juego. Es ahí donde surge la resolución de problemas. ¿Cómo hago para que esta torre no se caiga? ¿Cómo pueden estos dos muñecos compartir el mismo espacio? Estas micro-decisiones son la base del pensamiento crítico que utilizarán en su vida adulta.
Conexión emocional y social
Otro punto crucial es la socialización. El juego tradicional invita a la participación de otros, ya sean padres, hermanos o amigos. Sentarse en el suelo a armar un rompecabezas o jugar a las tiendas crea un espacio de conexión que una tablet difícilmente puede replicar. Durante estas interacciones, los niños aprenden a negociar, a esperar su turno, a tolerar la frustración cuando algo no sale bien y a compartir la alegría del logro conjunto.
Para los padres, estos momentos son ventanas privilegiadas para observar el mundo interior de sus hijos. A través de sus historias inventadas y sus roles de juego, los pequeños suelen expresar sus miedos, sus deseos y su manera de entender lo que ocurre a su alrededor. Es una oportunidad de oro para fortalecer el vínculo afectivo sin distracciones externas.
Calidad antes que cantidad
En un mundo consumista, a menudo caemos en el error de pensar que más es mejor. Llenamos las habitaciones de cosas que acaban olvidadas en el fondo de un armario a los dos días. La tendencia actual, y la más recomendada, es apostar por la calidad y la durabilidad. Materiales nobles como la madera, telas orgánicas o plásticos reciclados de alta resistencia no solo son mejores para el planeta, sino que ofrecen una experiencia sensorial más rica.
Optar por menos objetos, pero mejor seleccionados, ayuda también a que los niños valoren lo que tienen y aprendan a cuidarlo. Un entorno de juego menos saturado fomenta la concentración y reduce el estrés visual, permitiendo que la creatividad fluya de manera más natural.
En definitiva, aunque el mundo avance a pasos agigantados hacia lo digital, las bases del crecimiento humano siguen siendo analógicas. Fomentar el uso de elementos clásicos no es un acto de nostalgia, sino una apuesta consciente por un desarrollo cognitivo y emocional saludable. Al final del día, lo que recordarán no es el nivel que pasaron en una aplicación, sino las tardes construyendo castillos y creando mundos con sus propias manos.